Auto-exigencia.

Se me ha ocurrido hablar sobre esto, a raíz de pensar en un detalle de Cristiano Ronaldo. El tipo, me da la impresión, se auto-exige muchísimo. No escribo esto para entrar en debate futbolístico, ni siquiera sobre la valía personal del futbolista, sólo sobre éste detalle.

Auto-exigirse es, como su nombre indica, exigirse a sí mismo. Es querer algo, y obligarse a esforzarse en esa dirección. Y muchas veces es marcarse un objetivo, para poder luchar en esa dirección.

Es algo muy importante, una forma de acicatearnos a nosotros mismos. Dicho de otro modo, es como si fuéramos un caballo de carreras, que voluntariamente coge una fusta y se fustiga a sí mismo cuando baja el ritmo o cuando «está totalmente perro» (o con vagancia extrema, para los amigos sudamericanos). Y si aún así hacemos un día menos de lo que deberíamos por no haber dado el 100%, nos ponemos serios con nosotros mismos, un poco en plan sargento: reconocemos nuestra falta y nos ordenamos a nosotros mismos que mañana no vuelva a ocurrir. Un «esto no puede ser, mañana voy a dar el 100%».

Si nunca nos auto-exigimos, será mucho más difícil que algún día lleguemos a nuestros objetivos (llegar a cinturón negro de este arte marcial que me gusta, tonificar mi cuerpo, perder totalmente el miedo/la necesidad en cualquier punto de una interacción con una mujer, aprobar todas en junio…).

Pero, si nos auto-exigimos demasiado… nos hacemos daño. Porque el que se auto-exige con medida, se dice «esto no puede ser, mañana voy a dar el 100%». Pero se perdona a sí mismo, porque sabe que es humano y que el fallar es inherente a nuestra naturaleza.

Pero el que se auto-exige demasiado, viene a decirse «¿Pero cómo he podido hacer menos de lo que debería/fallar? ¡Soy un mierda, un asqueroso!». Y continúa castigándose. Es lo que yo leo (puede que erróneamente) en la cara de Cristiano Ronaldo cada vez que falla. ¡Y es uno de los mejores jugadores del mundo, con lo que razón de más para sentirse bien contento y satisfecho de sí mismo, de ese gran logro!

Otra de las desgracias del que se auto-exige demasiado: No se deja disfrutar sus logros, no se premia. Da por hecho que los logros no es un triunfo que ha conseguido por el que merezca un auto-aplauso, sino que es, simplemente, lo normal (al hilo de mi anterior artículo «Prémiate»).

Frente a esto, el que se auto-exige con medida (sanamente), cuando se esfuerza menos de lo que podría se disciplina a sí mismo con cariño y firmeza a un tiempo, por supuesto. Pero cuando hace algo bien y consigue un logro, por pequeño que sea, se lo reconoce, se auto-felicita. Se premia. Por esto es bueno marcarse pequeños objetivos (a modo de checkpoints), para que sea asequible lograrlos, y una vez logrados, ¡premio! Porque te lo habrás ganado.

Ejemplo: Estudiando. «Me marco como objetivo estudiarme 30 páginas. Hasta que no me las estudie no hago otra cosa (auto-exigencia, disciplinarse a sí mismo). Y cuando las acabe, me pongo a mirar un par de páginas de humor durante 15-20 minutos más o menos (¡Premio!).

Resumiendo. Para controlar la auto-exigencia de modo que sea un estupendo motor a tu servicio:

Márcate un objetivo, ni demasiado facil ni demasiado alejado, sino uno que tu veas que con esfuerzo, hoy por hoy, está a tu alcance (asequible).

Esfuérzate en esa dirección, y oblígate a no dejar de caminar hacia tu objetivo cuando lleguen las tentaciones de hacer el vago/desistir. Pero sin agobios y sin ser muy duro contigo mismo.

Si un día no das el 100% y por ello no has hecho lo que debías, primero perdónate, porque ante todo eres un tipo excepcional por el hecho de marcarse objetivos e ir férreamente a por ellos, sólo que un tipo humano. Segundo ponte las pilas a tí mismo, dite a tí mismo que mañana sí que vas a dar el 100%, porque lo de hoy no ha estado bien. Ponte serio, pero sin flagelarte.

Si un día das el 100% y/o sí que has logrado tu objetivo, ¡Prémiate! Eres un crack. Si no lo has logrado, pero has dado el 100%, igualmente prémiate, porque humanamente has hecho todo lo posible. Ejemplo: cuando el Cádiz perdió en 2005 contra el Real Madrid por 1-0 (o 2-1, no recuerdo bien), su afición se quedó media hora después del partido, aplaudiendo. Porque habían perdido, pero lo habían dado todo y fueron dignos rivales de uno de los equipos más fuertes del mundo.

Jamás te castigues si diste el 100% pero no lo lograste, por importante que fuera ese objetivo. Simplemente porque dar el 101%, es literalmente imposible.

El punto más importante: Márcate objetivos que sólo dependan de tí. No te marques como objetivo aprobar el examen, sino estudiar bien todo. No te marques como objetivo acabar liándote con esa chica con la que te dispones a empezar una interacción, sino empezar la interacción y disfrutar al máximo. No te marques como objetivo perder la barriga, sino ir al gimnasio tus 2/3 veces en semana, pinchando lo menos posible.

Un saludo.


Deja un comentario